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Pedido de ADN

 NUEVO AGRAVIO A SAN MARTÍN 

Los diarios de la fecha anuncian que el 30 de octubre fue presentada ante la Secretaría de Cultura de la Nación una solicitud para que el Gobierno permita hacer un análisis de ADN al cadáver del general José de San Martín. Según se alega, el día 4 de ese mes la Cámara de Diputados declaró de interés “la determinación de la verdad histórica respecto del origen mestizo del general San Martín” (Clarín, 4-11-06).

Uno de los firmantes del pedido es el historiador Hugo Chumbita que declaró a Clarín que “el verdadero padre biológico del general San Martín habría sido el marino español don Diego de Alvear y Ponce de León, quien en ocasión de sus viajes por las ex misiones jesuíticas, lo habría concebido con la joven aborígen Rosa Guarú, rebautizada Rosa Cristaldo, criada de la casa de los San Martín, y quien fue la nodriza del niño”. 

Esta tesis de Chumbita ya fue rechazada por unanimidad en el Segundo Encuentro Internacional Sanmartiniano, realizado en Buenos Aires en Agosto de 2000. Si insiste, con el apoyo, en este momento, de presuntos descendientes de San Martín, que alegan derechos subjetivos a su propia identidad, parecería ser por motivos ideológicos.

En efecto, hace cinco años afirmó que si el general volvió al Río de la Plata fue porque “era un mestizo y sufría en carne propia la injusticia del sistema colonial. Se alzó, desafiando al mundo de su padre. Transformó su humillación en rebeldía política” (Clarín, 16-7-01). 

Para refutar la tesis mencionada, baste mencionar un documento, al que hace referencia el propio Chumbita: el libro de doña Sabina de Alvear y Ward, hija de don Diego de Alvear y de su segunda esposa, la inglesa Luisa Ward, titulado “Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de León”, publicado en Madrid, en 1891.

Es cierto que don Diego estuvo en Yapeyú, con motivo de haber integrado una comisión mixta demarcadora de límites, creada como consecuencia del Tratado de San Ildefonso, entre España y Portugal, firmado el 1-10-1777. Recordemos, sin embargo, que San Martín nació el 25-2-1778, y según la biografía citada: “fue nombrado por España Diego de Alvear a propuesta del Cuerpo General de la Armada con el título de Comisario de la demarcación de límites en 30 de marzo de 1778”, es decir, un mes después de nacido José de San Martín. 

Además, continúa el relato biográfico: “No hubo de surtir efecto este primer nombramiento por oposición que a los marinos hizo el Virrey de Buenos Aires, Sr. Vértiz, que propuso otras personas de su devoción, por lo que aquellos fueron relevados por el Ministro de Indias, Sr. Gálvez, pero no accediendo el Rey en su ilustrada imparcialidad a este arreglo, ...fueron presentados y nombrados definitivamente en 1783 los capitanes de navío y de fragata José Varela y d. Félix Azara...y el mismo Alvear, reelegido a propuesta de los sres. Mazarredo, Tofino y Varela, que tan conocida tenían su superior inteligencia para aquellas ciencias”[1].

Es decir, que cuando quedó firme el nombramiento del presunto padre de San Martín, éste tenía ya cinco años. 

Otro dato significativo surge del informe oficial que confeccionó el propio don Diego, sobre el trabajo realizado, del que existe copia en la Biblioteca Nacional: recién en diciembre de 1783, partió de Buenos Aires, para efectuar la demarcación de los ríos Paraná y Uruguay[2].

Se estima, además, que Don Diego estuvo en el pueblo de Yapeyú, recién en el año 1792, cuando San Martín tenía 14 años[3]. 

En conclusión, se debería rechazar, sin más trámite, este pedido absurdo y carente de fundamentación. No hacerlo, implicaría un agravio gratuito a la memoria del Padre de la Patria, inferido por las propias autoridades de la República. 

[Acción, Nº 100]  



[1]  Alvear y Ward, Sabina de. “Historia de don Diego de Alvear y Ponce de León”; Madrid, 1891, p. 23.

[2]  Sarcona, Diego Ignacio. “San Martín y la cuestión de su origen filiatorio: reflexiones críticas”; en  Revista Desmemoria, Nº 26, 2do. cuatrimestre 2000, p. 30.

[3]  Díaz Araujo, Enrique. “Don José y los chatarreros”; Mendoza, Ediciones Dike-Foro de Cuyo, 2001, p. 52.

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