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Amistad de dos héroes

Amistad de dos héroes

LA AMISTAD DE SAN MARTÍN Y BELGRANO[1] 

Hubo entre ambos próceres una verdadera amistad, que influyó positivamente en la historia nacional y en el logro de la independencia.Hay, en realidad, vidas diferentes:

- San Martín vivió pocos años en América. Toda su formación la recibió en España; hijo de un militar, su propia vocación fue la milicia, y pasó su último cuarto de siglo en Europa, donde encuentra la muerte.

- Manuel Belgrano, en cambio nace en Buenos Aires y pasa en esa ciudad sus primeros dieciséis años, viajando luego a España para estudiar leyes y economía. Regresa al país, antes de 1810, y, salvo algún viaje ocasional, permanece en él hasta su muerte. 

No obstante esas disimilitudes, hubo entre ellos un evidente paralelismo, hasta el punto de convertirlos a ambos en Padres de la Patria. Al escribir la vida de uno de ellos, no se puede omitir las relaciones que tuvo con el otro. Bartolomé Mitre, que escribió biografías de ambos, dedica el capítulo 24 de su Historia de Belgrano y de la independencia argentina, a describir sus relaciones con San Martín; a su vez, en el capítulo 4 de su Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, vuelve a tratar el tema. En total, la colaboración mutua se extendió por siete años, hasta la muerte de Belgrano. 

Existe una coincidencia curiosa: los padres de ambos héroes frecuentaron el Convento de Santo Domingo en Buenos Aires. Don Juan de San Martín, desde su llegada de Yapeyú en 1781, ingresa con su esposa en la Tercera Orden, a la que pertenecía, desde 1754 -siendo aún soltero-, don Domingo Belgrano, padre de Manuel, ingresando más tarde -en 1760- su madre, doña Josefa González Casero.Seguramente se conocieron los padres de los futuros líderes patriotas; baste citar el acta de la Hermandad Seglar del 19-6-1783, que constan las firmas, muy cerca la una de la otra, de don Domingo Belgrano y don Juan de San Martín; también se advierte la firma del Vicario de la Tercera Orden, don Juan Martín de Pueyrredón, padre del futuro Director Supremo del mismo nombre, que colaboró con el Libertador. 

En los diez años que vivió Belgrano en España no tuvo oportunidad de conocer a San Martín, pues realizaron distintas actividades y frecuentaron diferentes lugares. Y para la época en que llega el Libertador a Buenos Aires (marzo de 1812), Belgrano viajó al noroeste para ocupar el cargo de General en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú. Según Mitre, fue don José Vicente Milá de la Roca quien los puso en contacto; dicho comerciante catalán acompañó a Belgrano como secretario en la expedición al Paraguay y sus referencias a San Martín pudieron ser decisivas para Belgrano.

Augusto Barcia Trelles cree que San Martín pudo haber escrito a Belgrano para felicitarlo por las victorias de Tucumán y Salta, batallas que salvaron la revolución. La verdad es que no se conserva la primer carta de Belgrano, y no se conocen las que San Martín le escribió, pero por las de Belgrano podemos deducir parte de su contenido.

La primera que se conoce está fechada en Lagunillas, Alto Perú, el 25-9-1813; responde a una de San Martín en la que lo elogiaba y le recomienda el uso de la lanza y le envía un modelo. También le expresa que le había enviado un cuaderno con instrucciones sobre táctica militar.Belgrano le contesta: “¡Ay! amigo mío. Y ¿qué concepto se ha formado Ud. de mí? Por casualidad o mejor diré, porque Dios ha querido, me hallo de General, sin saber en qué esfera estoy; no ha sido ésta mi carrera y ahora tengo que estudiar para medio desempeñarme y cada día veo más y más las dificultades de cumplir con esta terrible obligación”. Y termina: “crea Ud. que jamás me quitará el tiempo y me complacerá con su correspondencia, si gusta honrarme con ella y darme algunos de sus conocimientos para que pueda ser útil a la Patria, que es todo mi deseo, restituyéndole la paz y tranquilidad que tanto necesitamos”. 

Después de la batalla de Tucumán, Belgrano había pedido al Gobierno que le enviaran a San Martín, pero el Segundo Triunvirato no aceptó; cuando accede, el 3 de diciembre, ya es demasiado tarde. El l de octubre, Belgrano es derrotado en Vilcapujio y, el 14 de noviembre ocurre el desastre de Ayohuma. El 17 de diciembre, le escribe a San Martín: “Mi amigo: no se cómo decir a Ud. lo bastante cuánto me alegro de la disposición del Gobierno para que venga de jefe del auxilio con que se trata de rehacer este desgraciado ejército”. 

El 25 de diciembre, le remite otra carta, donde lo pone al tanto de la situación y termina: “En fin, mi amigo, hablaría más con Ud. si el tiempo me lo permitiera; empéñese Ud. en volar, si le es posible, con su auxilio, y en venir a ser no sólo mi amigo, sino maestro mío, mi compañero y mi jefe, si quiere”.

El lugar y el día de su primer encuentro han dado lugar a polémicas. En 1973 el investigador Julio Arturo Benencia publicó un documentado trabajo en el que llega a la conclusión de que aquel histórico encuentro ocurrió el 17 de enero, al norte de la posta de Algarrobos -no en la posta de Yatasto, como se creía hasta entonces-, situada a cinco leguas al sur del río Juramento, aunque no es posible establecer con precisión el lugar ni la hora. En esa oportunidad, se conocieron los dos próceres y confirmaron la admiración y el respeto mutuo, que nunca desaparecería. 

Belgrano creía que San Martín llegaba con la misión de reemplazarlo, pero aquél se había resistido por consideración al camarada. Esta actitud provocó una carta, del 10 de enero, de Gervasio Antonio de Posadas, entonces vocal, y futuro Director Supremo:“Excelente será el desgraciado Belgrano, será igualmente acreedor a la gratitud eterna de sus compatriotas. Pero sobre todo, entra en nuestros intereses y lo exige el bien del país que por ahora cargue Ud. con esa cruz”. El decreto respectivo se firmó el 18 de enero y llegó a destino a fin de mes, cuando ambos ya se encontraban en Tucumán.

En esa ciudad, tuvo lugar una segunda entrevista, de mayor duración y también la última, ya que después no volverían a encontrarse. Pero su amistad quedó sellada para siempre. El 29 de enero, Belgrano, en acto solemne, traspasa el mando del Ejército a San Martín, y queda al frente del Regimiento Nº 1,  como subordinado suyo.

El gobierno está dispuesto abrir juicio a Belgrano, por las derrotas de Vilcapujio y Ayohuma; San Martín sale en defensa de su amigo. En respuesta al ya Director Posadas, le manifiesta: “de ninguna manera es conveniente la separación de dicho brigadier de este ejército, en primer lugar porque no encuentro un oficial de bastante suficiencia y actividad que lo subrogue accidentalmente en el mando de su regimiento, ...ni quien me ayude a desempeñar las diferentes atenciones que me rodean, con el orden que deseo, e instruir a la oficialidad...”.Ha dicho Mitre que páginas como éstas, son las que hacen la gloria de la humanidad; hay en ellas grandeza de alma de uno y otro y, al mismo tiempo, espontánea sencillez en la abnegación y en la generosidad recíproca. 

El gobierno, sin embargo, desestimó el pedido de San Martín, y Belgrano tuvo que dejar Tucumán y viajar a Buenos Aires para ser procesado por segunda vez. Pese a todo, le manifiesta a Arenales: “Al fin he logrado que el ejército tenga un jefe de conocimientos y virtudes y digno del mayor y más distinguido aprecio; confieso a Ud. que estoy contentísimo con él, porque preveo un éxito feliz, después de tantos trabajos y penalidades”. 

En carta del 6 de abril, Belgrano le comenta a su sucesor: “La guerra, allí, no sólo la ha de hacer Ud. con las armas, sino con la opinión, afianzándose siempre esta en las virtudes morales, cristianas y religiosas, pues los enemigos nos la han  hecho llamándonos herejes. (...) no deje de implorar a N. Sra. de las Mercedes, nombrándola siempre nuestra Generala y no olvide los escapularios a la tropa. Deje Ud. que se rían; los efectos le resarcirán a Ud. de la risa de los mentecatos, que ven las cosas por encima”. 

La última carta de Belgrano la dirige desde Loreto el 22 de mayo, preocupado por la salud de San Martín. Aquí se interrumpe la correspondencia; Belgrano bajó a Buenos Aires, donde su causa fue sobreseída, y al año siguiente enviado a Europa por Rivadavia, en misión diplomática.

Mientras tanto, San Martín logra que se le nombre Gobernador Intendente de Cuyo, con el objeto de preparar su plan continental. Cuando Rondeau, que había asumido la jefatura del Ejército del Norte, fue relevado por el desastre de Sipe Sipe, San Martín propuso a Belgrano, que ya había regresado de Europa: “éste es el más metódico de los que conozco en nuestra América; lleno de integridad y talento natural, no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame Ud. que es el mejor que tenemos en América del Sur” (carta a Godoy Cruz, 12-3-1816).

Nombrado por el Congreso de Tucumán, Belgrano se hace cargo del mando, el 7 de agosto; aceptó porque sabía que eso significaba una estrecha colaboración con San Martín. Sigue atentamente los movimientos del Ejército libertador, que en la segunda quincena de enero de 1817 inicia su marcha hacia Chile. Con motivo del triunfo de Chacabuco, hace erigir en el Campo de la Victoria una pirámide, imitación de la de Mayo de Buenos Aires, monumento que refleja la amistad belgraniano-sanmartiniana. 

En la última carta de Belgrano a San Martín, fechada en Pilar, Córdoba, el 17 de agosto de 1819, se alegra de que haya mejorado la salud del Libertador, mientras él, gravemente enfermo, delega el mando y regresa a Tucumán. A principios de 1820 vuelve a Buenos Aires, donde muere el 20 de junio.

Cuando San Martín, luego de renunciar al gobierno del Perú, en 1822, se embarca rumbo a Chile, destaca un autor que “el bergantín se llamaba Belgrano y si San Martín pensó en el espíritu de renunciamiento que había caracterizado a su difunto amigo, pudo seguramente reconocer, con melancólica satisfacción, que también él lo poseía”.



[1]  Según datos extractados de: González O.P., Fr. Rubén. “San Martín y Belgrano. Una amistad histórica”; Revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas”; Nº 61, octubre/diciembre 2000, pgs. 40/67.

Vicente Fidel Lopez

RETRATO DEL GENERAL SAN MARTÍN

Vicente Fidel López 

Bajo la apariencia formal y rígida de un soldado sin gustos ni hábitos civiles, San Martín ocultaba un espíritu culto y una sagacidad comparable sólo con su paciencia y con su constancia para esperar las ocasiones de producirse en la alta esfera que venía buscando.

De la política interna y de las facciones nada le interesaba. Lo que él ambicionaba era la gloria de contribuir al triunfo definitivo de la independencia, seguro de que sus calidades le habían de señalar el primer puesto en la historia de Sud América. Ajeno a toda otra ambición, su mira por el momento era hacerse aceptar del partido que imperase en el gobierno para que se le pusiese a la cabeza de alguna fuerza o ejército en que él pudiera mostrarse.

Era pues un militar sin ambición política: un verdadero libertador ajeno a toda intención de apropiarse el poder de los países que quería libertar...San Martín respondía a un tipo enteramente diverso. Sin hacer nada por brillar imponía respeto, no sólo porque se dejaba ver en él la posesión tranquila de sus grandes calidades militares, sino por la austeridad de la vida y de las costumbres intachables que le daban el sello de un soldado serio y correcto.

Hijo de un oficial científico muy distinguido, pero pobre, se había endurecido desde temprano en el combate de las pruebas difíciles y arduas. Por temperamento y por hábito había dedicado todas sus facultades a la ímproba labor de hacerse meritorio por la regularidad de su servicio y por la firmeza reflexiva de su valor personal. Aunque poco obsequioso de suyo, disimulaba admirablemente la reserva y la sagacidad vivacísima de su carácter, empleando con naturalidad un tono franco pero sobrio, recio y descuidado al parecer, pero sin que se le deslizara jamás una imprudencia, una palabra o un concepto agraviante.

Con sus oficiales era incisivo y categórico en todo cuanto tocaba al servicio; pero en los momentos de intimidad y de trato familiar les permitía y él se permitía con ellos, todas las franquezas de un buen camarada de cuartel. De este artificio se valía para estudiarlos a fondo y para hacerlos comprender instintivamente la idea de su persona que quería imponerles, sin descubrirse ni entregarse.

Después, había en el fondo de esta robusta corteza un alma leal y sensible, fácil para ligarse con una amistad verdadera y leal cuando encontraba personas dignas de su confianza. Con sus enemigos fue siempre generoso: a sus detractores no les opuso más armas que el silencio. Y la ternura que cobijaba este corazón guerrero, tan endurecido en la vida de los combates, quedó hondamente marcada en el hogar de la hija única que en su viudez fue la dueña de su cariño: en el amoroso respeto que prodigó toda su vida a su venerable suegro.

Llano y sencillamente fuerte en todo, desde el severo traje que usaba hasta la forma exterior de sus ideas, San Martín era un hombre sin más accidente teatral que el aire de un soldado hecho, ingénito, que formaba diremos así su propia persona sin que entrara para nada el propósito deliberado de manifestarlo. La talla poco más arriba de la mediano, la musculatura vigorosa pero sin volumen, correspondían más al hombre endurecido en los campamentos que al hombre culto de la alta sociedad, o -si se quiere- de la parte ligera de la alta sociedad.

Los antiguos lo hubieran hecho hijo de Vulcano y de alguna trasteverina tostada de Monte-Janículo. Los rasgos de su fisonomía eran muy regulares: atrayentes y simpáticos también, porque recelaban la pureza moral de su índole, a pesar del gesto duro, o más bien dicho enérgico, con que la naturaleza lo había preparado a las terribles escenas de la guerra que debían hacer su nombre tan ilustre en la historia de la América del Sur.

En su tez morena se abrillantaba la penetrante sagacidad de la mirada: y el pecho saliente, la cabeza erguida completaban aquel tipo tan hermoso del soldado español que se conserva hoy en el soldado inglés: marcial, imponente y suelto al mismo tiempo.

(Historia de la República Argentina, Buenos Aires, 1885, t. IV.)  

Pedido de ADN

 NUEVO AGRAVIO A SAN MARTÍN 

Los diarios de la fecha anuncian que el 30 de octubre fue presentada ante la Secretaría de Cultura de la Nación una solicitud para que el Gobierno permita hacer un análisis de ADN al cadáver del general José de San Martín. Según se alega, el día 4 de ese mes la Cámara de Diputados declaró de interés “la determinación de la verdad histórica respecto del origen mestizo del general San Martín” (Clarín, 4-11-06).

Uno de los firmantes del pedido es el historiador Hugo Chumbita que declaró a Clarín que “el verdadero padre biológico del general San Martín habría sido el marino español don Diego de Alvear y Ponce de León, quien en ocasión de sus viajes por las ex misiones jesuíticas, lo habría concebido con la joven aborígen Rosa Guarú, rebautizada Rosa Cristaldo, criada de la casa de los San Martín, y quien fue la nodriza del niño”. 

Esta tesis de Chumbita ya fue rechazada por unanimidad en el Segundo Encuentro Internacional Sanmartiniano, realizado en Buenos Aires en Agosto de 2000. Si insiste, con el apoyo, en este momento, de presuntos descendientes de San Martín, que alegan derechos subjetivos a su propia identidad, parecería ser por motivos ideológicos.

En efecto, hace cinco años afirmó que si el general volvió al Río de la Plata fue porque “era un mestizo y sufría en carne propia la injusticia del sistema colonial. Se alzó, desafiando al mundo de su padre. Transformó su humillación en rebeldía política” (Clarín, 16-7-01). 

Para refutar la tesis mencionada, baste mencionar un documento, al que hace referencia el propio Chumbita: el libro de doña Sabina de Alvear y Ward, hija de don Diego de Alvear y de su segunda esposa, la inglesa Luisa Ward, titulado “Historia de D. Diego de Alvear y Ponce de León”, publicado en Madrid, en 1891.

Es cierto que don Diego estuvo en Yapeyú, con motivo de haber integrado una comisión mixta demarcadora de límites, creada como consecuencia del Tratado de San Ildefonso, entre España y Portugal, firmado el 1-10-1777. Recordemos, sin embargo, que San Martín nació el 25-2-1778, y según la biografía citada: “fue nombrado por España Diego de Alvear a propuesta del Cuerpo General de la Armada con el título de Comisario de la demarcación de límites en 30 de marzo de 1778”, es decir, un mes después de nacido José de San Martín. 

Además, continúa el relato biográfico: “No hubo de surtir efecto este primer nombramiento por oposición que a los marinos hizo el Virrey de Buenos Aires, Sr. Vértiz, que propuso otras personas de su devoción, por lo que aquellos fueron relevados por el Ministro de Indias, Sr. Gálvez, pero no accediendo el Rey en su ilustrada imparcialidad a este arreglo, ...fueron presentados y nombrados definitivamente en 1783 los capitanes de navío y de fragata José Varela y d. Félix Azara...y el mismo Alvear, reelegido a propuesta de los sres. Mazarredo, Tofino y Varela, que tan conocida tenían su superior inteligencia para aquellas ciencias”[1].

Es decir, que cuando quedó firme el nombramiento del presunto padre de San Martín, éste tenía ya cinco años. 

Otro dato significativo surge del informe oficial que confeccionó el propio don Diego, sobre el trabajo realizado, del que existe copia en la Biblioteca Nacional: recién en diciembre de 1783, partió de Buenos Aires, para efectuar la demarcación de los ríos Paraná y Uruguay[2].

Se estima, además, que Don Diego estuvo en el pueblo de Yapeyú, recién en el año 1792, cuando San Martín tenía 14 años[3]. 

En conclusión, se debería rechazar, sin más trámite, este pedido absurdo y carente de fundamentación. No hacerlo, implicaría un agravio gratuito a la memoria del Padre de la Patria, inferido por las propias autoridades de la República. 

[Acción, Nº 100]  



[1]  Alvear y Ward, Sabina de. “Historia de don Diego de Alvear y Ponce de León”; Madrid, 1891, p. 23.

[2]  Sarcona, Diego Ignacio. “San Martín y la cuestión de su origen filiatorio: reflexiones críticas”; en  Revista Desmemoria, Nº 26, 2do. cuatrimestre 2000, p. 30.

[3]  Díaz Araujo, Enrique. “Don José y los chatarreros”; Mendoza, Ediciones Dike-Foro de Cuyo, 2001, p. 52.

Libros recomendados

SAN MARTÍN

BIBLIOGRAFÍA 

ARAGÓN, Roque Raúl. “La política de San Martín”; Córdoba, Universidad Nacional de Entre Ríos, 1982. 

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BUSANICHE, José Luis. “San Martín vivo”; Buenos Aires, Emecé, 1950. 

CUCCORESE, Horacio Juan. “San Martín, Catolicismo y Masonería”; Buenos Aires, Instituto Nacional Sanmartiniano, Fundación Mater Dei, 1993. 

DÍAZ ARAUJO, Enrique. “Don José y los chatarreros”; Mendozal, Ediciones Dike-Foro de Cuyo, 2001. 

FAVALORO, René. “¿Conoce usted a San Martín?”; Buenos Aires, Torres Aguero Editor. 1992.

 FURLONG S.J., Guillermo. “El General San Martín. ¿Masón - Católico -Deísta?”; Buenos Aires, Ediciones Theoría, 1963. 

GONZÁLEZ, Rubén, O.P. “El General José de San Martín y la Orden Dominicana, San Miguel de Tucumán, Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, 1998. 

IBARGUREN, Carlos. “San Martín íntimo”; Buenos Aires, Peuser, 1950. 

LEVENE, Ricardo. “El genio político de San Martín”; Buenos Aires, Guillermo Kraft Ltda., 1950. 

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PICCIRILLI, Ricardo. “San Martín y el gobierno de los pueblos”; Buenos Aires, Gure, 1957. 

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UZAL, Francisco Hipólito. “San Martín contraataca”; Buenos Aires, Ediciones Theoría, 2002. 

ZAPATERO, Juan M. “San Martín en Oran”; Buenos Aires, Círculo Militar, 1982. 

Cronología

CRONOLOGÍA

José Luis Busaniche 

1778

25 de febrero: nace en Yapeyú José Francisco de San Martín, hijo de Juan de San Martín y doña Gregoria Matorras. 

1783

Se embarca con sus padres para España. En la península inicia la carrera militar. 

1797/1798

El teniente José de San Martín lucha como tripulante de barcos españoles contra la escuadra inglesa del Mediterráneo. 

1801

Lucha en la guerra contra Portugal. 

1804

Es promovido a capitán. 

1808

Luego de la abdicación del rey de España, Carlos IV, entra en Madrid José I (Bonaparte) impuesto en el trono español por Napoleón.El 7 de julio, San Martín es nombrado Mayor general de las tropas de su mando, por la Junta de Sevilla.El 18 de julio participa de la batalla de Bailén, donde las fuerzas españolas vencen a las francesas. 

1810

Los franceses dominan prácticamente todo el territorio español. América queda convertida de hecho en territorio independiente al no poder ejercer la metrópoli su soberanía.Revoluciones de Caracas y Buenos Aires. 

1811

San Martín pide su retiro del ejército español y se embarca para Londres.Desastre de Huaqui. 

1812

9 de marzo: Llega a Buenos Aires para ponerse a las órdenes del nuevo gobierno patriota. Éste lo comisiona para la formación de un escuadrón de caballería de línea.24 de setiembre: Batalla de Tucumán.

8 de octubre: Caída del Primer Triunvirato. Se instala el Segundo Triunvirato que convoca a la Asamblea llamada del Año XIII.

12 de noviembre: Se casa con Remedios de Escalada. 

1813

3 de febrero: Batalla de San Lorenzo.

20 de febrero: Batalla de Salta.

Octubre y noviembre: Derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Se pierde el Alto Perú. San Martín reemplaza a Belgrano en el mando del Ejército del Norte.

Diciembre: Tratado de Valencay; Fernando VII es restaurado en el trono de España. 

1814

17 de mayo: Brown destruye a la flota realista frente a Montevideo

.20 de junio: El general español Vigodet capitula en Montevideo, ante Alvear.San Martín es nombrado Gobernador Intendente de la Provincia de Cuyo.Napoleón abdica. 

1815

Renuncia del Director Posadas. Asume Alvear que es derrocado de inmediato por la oposición que adquiere caracteres de guerra civil. Cae la Asamblea del Año XIII. El ejército patriota al mando de Rondeau sufre una derrota en Sipe-Sipe (Alto Perú). 

1816

Marzo: Se reúne en Tucumán el soberano Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata que declara la independencia el 9 de julio de ese año.

24 de agosto: Nace Mercedes Tomasa, hija del general San Martín. 

1817

Enero: El Ejército de los Andes inicia el cruce de la cordillera.

12 de febrero: Batalla de Chacabuco. 

1818

Se declara la independencia de Chile.

18 de marzo: Cancha Rayada.

5 de abril: Batalla de Maipú. 

1819

Constitución unitaria en el Río de la Plata. 

1820

Sublevación del ejército del Norte en Arequito.Batalla de Cepeda. Anarquía.Se inicia la campaña del Perú. 

1821

Entrevista de Punchauca.San Martín entra en Lima.Se declara la independencia del Perú. 

1822

Entrevista de Guayaquil entre San Martín y Bolívar.San Martín reúne el Congreso en Lima y delega el mando. 

1823

San Martín en Mendoza. Muere en Buenos Aires, su esposa Remedios. 

1824

San Martín parte rumbo a Europa con su pequeña hija. Luego de una corta estadía en Londres establece su residencia en Bruselas. 

1829

Vuelve al Río de la Plata a ofrecer sus servicios ante la guerra con el Brasil. La situación confusa lo lleva a partir nuevamente, esta vez para siempre. 

1830

Se instala en París. 

1842

Muere Alejandro Aguado, benefactor y amigo de San Martín. 

1848

Revolución en Francia. Se traslada con su familia a Boulogne-sur-Mer. 

1850

Muere en Boulogne-sur-Mer el 17 de agosto. 

1880

Sus restos son repatriados y depositados en la Catedral de Buenos Aires. 

Dudas y leyendas

DUDAS Y LEYENDAS 

Es importante procurar aclarar las  dudas y leyendas que circulan con respecto a la figura de San Martín, pues, como afirmaba Font Ezcurra “la historia es en esencia justicia distributiva, pues discierne el mérito y la responsabilidad”. Por eso, no puede limitarse al relato de los hechos pasados, sino que debe investigar la causa de los hechos, y esclarecer, en la medida de lo posible, los acontecimientos que se prestan a la confusión. 

1) ¿Cómo puede considerarse a San Martín “padre de la Patria”, si vivió la mayor parte de su vida fuera de la patria? 

Es cierto que San Martín vivió en tierra americana sólo 18 años en total, de sus 72 años de vida; 6 años en la niñez, y 12 años en su campaña libertadora. Lo que ocurre es que hasta 1816 no existía la Argentina, y aún hasta 1852 no existió, estrictamente, el Estado Argentino unificado, y recordemos que San Martín fallece en 1850.

San Martín nació en el Virreinato del Río de la Plata, que era una provincia perteneciente a la Corona de Castilla, a su vez, integrante del Imperio Español. Por lo tanto, la patria originaria de San Martín era el Imperio Español, que luego se desagrega en varios Estados independientes, uno de los cuales fue el de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

 Por otra parte, queda constancia escrita de que el deseo de nuestro héroe, al finalizar su vida pública, era vivir en la chacra que había adquirido en Mendoza. Se vio obligado a viajar a Europa por la situación política imperante en 1824, en que el gobierno porteño, dirigido por Rivadavia, lo consideraba un elemento peligroso, y hasta corría peligro su vida. Tal como luego le ocurriría a otros patriotas, debió vivir sus últimos años en el exilio. 

2) ¿Por qué volvió San Martín al Río de la Plata, en 1812? 

Sobre este punto, se han emitido varias opiniones que debemos analizar, sucesivamente:

2.1. Porque era un agente inglés     

 Quien primero lanzó esta tesis fue nada menos que Alberdi, en su libro “El crimen de la guerra”:

“En 1812, dos años después que estalló la revolución de Mayo de 1810, en el Río de la Plata, San Martín siguió la idea que le inspiró, no su amor al suelo de su origen, sino el consejo de un general inglés, de los que deseaban la emancipación de Sud-américa para las necesidades del comercio británico” (p. 213).

Afirmación gravísima, de la que no ofrece ninguna prueba. Hace pocos años, un libro de Sejean “San Martín y la tercera invasión inglesa”, afirma:“...hubo una tercera invasión inglesa y que triunfó. Y que triunfó de la mano de San Martín”. Tampoco en este caso se ofrecen pruebas, sino una serie de datos inconexos sin rigor académico. 

En cierto modo, esta tesis se deriva de la leyenda, iniciada por Mitre, de la salida furtiva de San Martín desde España. La verdad, es que el propio Consejo de Regencia, el 5-9-1811, le concedió el retiro del servicio, que había solicitado, conservando el fuero militar y derecho al uso de uniforme.

Es cierto que utilizó para salir de España una visa inglesa; eso se explica pues Cádiz era un istmo, cercado en tierra por el Ejército napoleónico, y bloqueado en el mar por la escuadra inglesa. La única vía de salida era la visa del consulado inglés en Cádiz; su amigo Duff le consiguió pasaje en un bergantín inglés, hasta Lisboa, pero no le aceptó el dinero que le ofreció para no quedar obligado. 

Si no bastaran estas precisiones, recordemos que Manuel Castilla, que era el agente inglés en Buenos Aires, le escribió al Cónsul Staples, el 13-8-1812, con motivo del arribo de la fragata Canning, en la que viajó San Martín desde Londres:

“Esta también un coronel San Martín...de quien... no tengo la menor duda está al servicio pago de Francia y es un enemigo de los intereses británicos”.

No resulta creíble que, si era el Libertador un agente inglés, no se le hubiese comunicado tal situación al representante en Buenos Aires.

El Dr. Terragno concluye que: “San Martín no fue un agente inglés, sino un estratega que se supo aprovechar de las alianzas transitorias según su conveniencia”.

 2.2. Por sentir nostalgia o el llamado de la tierra      

Esto lo dice Mitre: “se decidió a regresar a la lejana patria a la que siempre amó como a la verdadera madre, para ofrecerle su espada y consagrarle la vida”.

El argumento es poco serio, si recordamos que sólo había vivido 6 años en estas tierras (5 en Yapeyú y 1 en Buenos Aires). Toda su formación, escolar y militar, la recibió en España, donde había vivido hasta entonces 28 años. Varias veces mencionó con orgullo los veinte años de honrados servicios que cumplió en el ejército español; sería insólito que recién a los 34 años de edad sintiera ese llamado de la tierra.

 2.3. Porque era un mestizo     

 Una nueva interpretación del llamado de la tierra -esta más creíble, si fuese cierta- la difundió García Hamilton, apoyando lo afirmado por Chumbita en “El secreto de Yapeyú”, que considera que hay otra explicación para este enigma. San Martín sería mestizo “y sufría en carne propia la injusticia del sistema colonial. Se alzó, desafiando al mundo de su padre. Transformó su humillación en rebeldía política” (Clarín, 16-7-01).

La tesis de Chumbita, que fue rechazada por el Congreso Sanmartiniano, de Agosto de 2000, sostiene que San Martín fue hijo de don Diego de Alvear -padre de Carlos de Alvear- y de Rosa Guarú, una india guaraní. El Capitán Juan de San Martín, para evitar el escándalo de su camarada, habría anotado como hijo suyo a José.

Es cierto que don Diego de Alvear anduvo por Yapeyú, en su condición de marino, integrando una comisión de límites, que debía demarcar las posesiones portuguesas y españolas. Sin embargo, en la Historia de don Diego de Alvear, escrita por su hija Sabina, consta que don Diego estuvo en Yapeyú en 1792, cuando José tenía ya 12 años. 

2.4. Cumpliendo un mandato masónico      

 Mitre y Sarmiento, además de haber ocupado la Presidencia de la Nación, fueron ambos grado 33 de la Masonería argentina, y desempeñaron el cargo de Gran Maestre (máxima autoridad). Pues bien, ambos sostuvieron que la Logia Lautaro no integró la masonería, sino que era una logia política.

Como la cuestión es importante, le dedicamos un desarrollo especial, basado en documentos de la propia masonería, en el Tema “San Martín no fue masón”, que se encuentra en este mismo sitio.

 2.5. Por motivos ideológicos      

Se sostiene que San Martín habría querido ayudar a aplicar en América sus ideas políticas liberales, que no podían aplicarse en España, donde, en caso de rechazarse la invasión napoleónica, quedaría restaurada la monarquía absoluta de Fernando VII.

Es cierto que San Martín, al igual que otros patriotas, adhería a las ideas que, en forma genérica, se llamaban liberales, entendidas como lo contrario a la  opresión de la monarquía absoluta. Pero nunca manifestó adhesión a la ideología liberal, fundamentada en las teorías de Locke, Rousseau, y otros, que estaba ya condenada por la Iglesia desde 1791 (Carta Quod Aliquantum, de Pío VI).

Podemos citar la carta al Cabildo de Mendoza, de 1815: “no cesan los enemigos de nuestro liberal sistema, constantes en sostener el de opresión y tiranía...”. 

En otra carta, al Gral. Guido (1-2-1834), expresa: “el título de un gobierno no está signado a la más o menos liberalidad de sus principios, pero sí a la influencia que tiene en el bienestar de los que obedecen. Ya es tiempo de dejarnos de teorías, que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades. Los hombres no viven de ilusiones sino de hechos”.

Con respecto al sistema de gobierno, tuvo una posición pragmática, no tenía predilección por ningún sistema teórico. En ocasión del Congreso de Tucumán, dijo que sea cualquiera con tal que no vaya contra la religión, es decir que no sea malo en si mismo.

Tuvo en una primera etapa simpatía por la república, dada la experiencia de la corte española, pero en América, siempre postuló la monarquía, desde que llegó hasta que se fue. También lo hizo en Chile y en Perú. Creía que era necesaria para asegurar la independencia.Para él lo esencial era la autoridad.

En carta al Gral. Pinto, ex presidente de Chile, le comenta:“su afortunada patria ha resuelto el problema (confieso mi error, yo no lo creí) de que se pueda ser republicano hablando la lengua española...importa...que la esencia de las cosas llene el objeto, lo demás es sin importancia.” (26-9-1846) 

3) Verdadero motivo de su regreso    

 Los reyes borbónicos se habían apartado de la tradición hispánica; influidos por el racionalismo, aplicaban el llamado despotismo ilustrado. Desde el Pacto de Familia de 1761, España dejó de interesarse en América. Además, Napoleón quiebra la unidad imperial, y los americanos temían ser negociados por la Junta Central.

San Martín peleó contra el invasor francés, pero no se ilusionaba con la victoria de Bailen. Napoleón entró con 250.000 hombres y repuso en el trono a su hermano José. Suponiendo que triunfara España con ayuda de Inglaterra, sería la victoria de unos reyes ineptos.

Por eso, decidió combatir por la independencia y salvar la verdadera España, en América. No fue una decisión personal, sino compartida por muchos nativos de este continente que vivían en España. Por ejemplo, Guido expresa en una carta: “Esclavizada la península desde 1808, y abrumada toda ella por el inmenso poder del emperador Napoleón, alejábase toda esperanza de su independencia...”.

Coincide con el comentario que hace San Martín: “En una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar” (carta a Castilla, 11-9-1848).

4) ¿San Martín aplicó el plan de un general extranjero?    

El Dr. Terragno, en su libro “Maitland y San Martín”, sugiere que el plan continental que aplicó San Martín, fue elaborado por un general escocés, Maitland. Se trata de un escrito que el autor citado encontró en el Archivo de Escocia.

En realidad, no es un documento, pues carece de fecha, de firma y de destinatario. De todos modos, el contenido es sólo un esbozo, con ideas comunes en la época, y no un plan detallado y fundamentado, como el que diseñó San Martín. [lea más sobre este tema, en el siguiente artículo: La historieta de Pigna]

5) ¿Tuvo San Martín un romance en Perú con Rosa Campusano?     

Aunque sea un aspecto frívolo, no se debe eludir, pues de ser cierta la leyenda, la conducta de San Martín sería reprochable, al mantener una relación adúltera que trasciende al público.

La verdad es que la leyenda tiene como origen un comentario de Ricardo Palma en su obra “Tradiciones peruanas”, donde no aporta ninguna evidencia comprobable de lo que afirma. Según el historiador peruano Cesar Macera, Rosa Campusano fue una de las veinte mujeres que recibieron la Orden del Sol, creada por San Martín, como distinción a quienes habían estado detenidas y torturadas, durante el Virreinato. En la fiesta que se celebró con ese motivo, San Martín bailó con todas, sin haber ninguna constancia de que haya mantenido una relación con la mujer mencionada. 

6) ¿Por qué San Martín abandonó el mando, después de hablar con Bolívar?     

Para entender la decisión, es necesario mencionar el episodio de Rancagua de 1820, cuando San Martín entrega el mando del ejército libertador, al cuerpo de oficiales, alegando que no existía el gobierno del cual dependía. Los oficiales le ratifican su subordinación, pues la autoridad que recibió para hacer la guerra a los españoles no ha caducado ni puede caducar por que su origen que es la salud del pueblo es inmutable.

San Martín había rechazado la exigencia del gobierno de Buenos Aires, de disponer del Ejército de los Andes para sofocar la rebelión de los caudillos del interior, y por eso, debió viajar al Perú con la bandera de Chile. Desde entonces, su autoridad queda condicionada, y en Perú hubo varios actos de indisciplina de los oficiales.

En la entrevista de Guayaquil, quedó en evidencia que el aporte que podía hacer para terminar con la guerra era mínimo, y su jefatura no estaba respaldada por las autoridades de su propio Estado. Por eso, y no por un gesto de humildad ofrece subordinarse a Bolívar, que este no acepta, y no le queda más opción que retirarse de la vida pública. 

En la bibliografía que recomendamos en este sitio, puede confirmarse lo que hemos expuesto sintéticamente. Las dudas y leyendas deben esclarecerse para no distorsionar la imagen del héroe máximo, que, si bien como todo mortal, tuvo defectos y pasiones, no merece ser desprestigiado por falsos historiadores.

Así lo expresa el P. Castellani: 

San Martín ha sido grande y hoy es grande su memoria

pero no basta su gloria

a cubrir a un hijo ruín

no es lo mismo San Martín que los que escriben su historia.

La historieta de Pigna sobre San Martín 

Felipe Pigna es uno de los presuntos historiadores aparecidos en los últimos años, que han alcanzado éxito mediático. Este año lanzó una colección de folletos sobre historia argentina, con forma de historieta, dedicando uno de ellos a la biografía del General San Martín[1]. En la breve introducción, de dos páginas -el folleto no está paginado- el autor realiza afirmaciones, que, por cierto, no documenta, puesto que el folleto carece de bibliografía. Expone: 

-”Al borde del Támesis prosperaban los grupos revolucionarios de carácter masónico como la Gran Hermandad Americana...”;

-”Con juvenil entusiasmo, San Martín desarrolló una febril actividad durante los cuatro meses que permaneció en Londres”.

-”Tomó contacto con los miembros de la Hermandad...”.

-”También se entrevistó con funcionarios del gobierno británico, como James Duff y sir Charles Stuart. Muy probablemente hayan sido ellos quienes le hicieron conocer el plan Maitland”.

-”A mediados de marzo de 1812, La Gazeta de Buenos Aires daba cuenta de la llegada de los militares argentinos. San Martín fue recibido por el jefe de la masonería local, Julián Álvarez...Con la anuencia de Álvarez, San Martín, Carlos de Alvear y sus compañeros de viaje de la George Canning fundaron en mayo de 1812 la Logia de Caballeros Racionales, una sociedad secreta de neto corte masónico que años después recibiría el nombre de Lautaro.” 

1. En la historieta, propiamente dicha -serie de dibujos que constituyen un relato- cuyo relator es el caballo blanco de San Martín (sic) se reiteran las afirmaciones de ese tenor:

-”San Martín fue iniciado como masón en la Logia Integridad de Cádiz, afiliándose a la Logia Caballeros Racionales Nº 3 de dicha ciudad”.

-En otro cuadro, en casa de sir Charles Stuart, diplomático inglés, este conversa con San Martín a quien dice: “Lo veo decidido, quiero mostrarle algo. Entre los miembros de nuestra sociedad secreta se lo conoce como Plan Maitland”. Se muestra la carátula de un libro con este título: “Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú”.

Como el folleto citado se vende en quioscos y supermercados, y está destinado obviamente a niños y jóvenes, considero necesario ocuparme de él, pues está difundiendo masivamente dos afirmaciones tendenciosas: que San Martín fue masón, y que se limitó a ejecutar un plan estratégico diseñado por un militar escocés, Thomas Maitland. 

2. Sobre el Plan Maitland, debe aclararse que se trata de un manuscrito, sin destinatario, ni fecha, ni firma -por lo tanto, no es un documento-, que descubrió casualmente el Dr. Rodolfo Terragno en el Archivo General de Escocia. El mismo Terragno admite que, hasta 1981, cuando lo encontró, no había “ni un rumor sobre el Plan Maitland, ni referencia alguna a su autor, en toda la bibliografía sobre la independencia de Hispanoamérica”[2].

El título de dicho manuscrito es: Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y México. La mención de México es un error del autor, que en el texto se refería a Quito (Ecuador). Maitland que no conoció Sudamérica, recibió información de Sir  Hippisley sobre los modos de atacar las colonias españolas, que, a su vez, la había obtenido de jesuitas exiliados que conoció en Roma. Terragno reconoce que “no hay prueba de que Maitland fuera masón”[3], tampoco puede demostrar que haya conocido a San Martín. Sin embargo, arriesga esta hipótesis: “Que, conociendo los planes y el carácter excepcionalmente reservado de San Martín, algunos de sus numerosos amigos masones haya compartido con él (si no otros secretos de la masonería) información sobre proyectos en los cuales la masonería servía informalmente el interés del Reino Unido”[4]. 

3. El mayor general Sir Thomas Maitland habría presentado su plan a Henry Dundas, secretario de Guerra en el gabinete británico de William Pitt, el Joven. No se trataba de algo novedoso; en realidad, el gobierno inglés empezó a considerar ideas similares, veinte años antes: el coronel Fullarton estudió con Pitt la posibilidad de un ataque en 1780, y el parlamentario Vansittart diseñó otro plan en 1796. La versión final fue elaborada en 1804 por sir Home Popham y Francisco Miranda; es más creíble que San Martín llegara a conocer este último proyecto[5]. 

4. Con referencia al contenido del plan, el escocés proponía un ataque simultáneo a las costas chilenas y rioplatenses. La ocupación de Chile estaría a cargo de una expedición naval por el Pacífico, con tropas traídas del Cabo de Buena Esperanza y la India. La expedición desde el Plata sólo buscaría llevar tropas de refuerzo a un país ya conquistado, para afianzar las comunicaciones con Londres por el Atlántico.

El plan de San Martín puede ser resumido así: invadir a Chile, cruzando la cordillera de los Andes con dos columnas principales, por los Patos y Uspallata, y, por otros pasos, destacamentos menores. Vencer a los realistas en Chile, y luego, por medio de una operación anfibia, ocupar Lima donde se asentaba el centro de la dominación española. Simultáneamente, el Ejército del Alto Perú actuaría de manera defensiva, para pasar a la contraofensiva en el momento oportuno. 

5. Comparando ambos proyectos, el actual presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, general Diego Soria, afirma: “Encontramos enormes diferencias”. Luego agrega: “Como militar profesional capaz, no es extraño que San Martín ideara su plan por propia inspiración, aunque es lógico que buscara conocer todas las opiniones existentes del ejército de las Provincias Unidas al respecto”[6].

Recordemos que San Martín adquirió una experiencia directa en el combate de alta montaña, en la campaña transpirenaica contra los franceses, por lo que puede deducirse que, antes de volver a América, tuvo ya una idea general sobre la conveniencia de cruzar los Andes para llegar al Perú. Pero debió ir perfeccionando su proyecto, con la valiosa información sobre la geografía de la zona, que le proporcionaron Belgrano y Guemes, y con la lectura de proyectos ya presentados. El doctor Bernardo Vera y Pintado, representante argentino en Chile había propuesto en abril de 1813 una acción conjunta argentino-chilena contra Lima. Ese mismo año, el 29 de noviembre, el teniente coronel Enrique Paillardelle, presentó al gobierno un plan que se asemeja bastante al de San Martín.

Posteriormente, en 1814, cuando el general debió reponerse de sus problemas de salud, en Córdoba, tuvo oportunidad de analizar el tema con su gran amigo, Tomás Guido, quien conocía bien el Alto Perú[7]. Guido, siendo oficial mayor del Departamento de la Guerra, contribuyó a la aprobación del plan por Pueyrredón, al entregar una Memoria al Director Supremo interino, González Balcarce, con fecha 20 de mayo de 1816. Esta es la única versión escrita del plan continental, lo que, de ninguna manera convierte a Guido en coautor del mismo; baste señalar que en la Memoria se fija como meta el Alto Perú -actual Bolivia-, y no el Perú, siendo que éste país figuraba en cartas de San Martín, previas a la elevación de la Memoria[8]. 

6. Con referencia a la masonería, está suficientemente probado que San Martín nunca perteneció a la misma, y que la Logia Lautaro -como lo reconoce la Masonería inglesa- era un grupo político no masónico[9]. No está demás mencionar que, según afirma Terragno, posee una nota del Bibliotecario y Curador de la Gran Logia Unida de Inglaterra[10] donde se admite que en los registros de dicha organización no hay ninguna referencia a San Martín, y agrega: “Según la propia Biblioteca de la Gran Logia, si alguien no figura en esos registros es porque nunca fue miembro de la masonería inglesa”[11].

Esta no es una cuestión menor, pues el catolicismo profesado por San Martín -según demuestra el P. Furlong-  es incompatible con la pertenencia a la Masonería[12]. Pero lo cierto es que la masonería argentina adoptó una actitud desdeñosa hacia San Martín, hasta 30 años después de su muerte. Cuando llegan a Buenos Aires los restos mortales del Libertador, la masonería no participa pues no lo consideraba uno de los suyos.

La primera ocasión en que se sostiene que el general era masón y no católico, fue el 22-6-1883, con motivo del debate por la enseñanza primaria, por boca del diputado Emilio Civit. A partir de entonces, comenzará la leyenda urdida por la masonería argentina, sosteniendo, primero, que la Logia Lautaro era una sociedad masónica, contradiciendo a dos Grandes Maestres: Mitre y Sarmiento, que afirmaron lo contrario. Luego protestarán contra las autoridades por haber ubicado su féretro en la Catedral, bajo la advocación de Santa Rosa. Y hoy insisten en mantener la leyenda, valiéndose hasta de una historieta, dado que en el mundo académico han sido desmentidos. 

En éste día, en que celebramos la Soberanía Nacional, debe afirmarse la necesidad de acentuar el estudio y difusión de la historia argentina, en base a los investigadores serios, y denunciar a los aventureros que deforman el conocimiento sobre los héroes y sus motivaciones.

Esperemos que se verifique la convicción de San Martín, manifestada en una  carta a Guido (18-12-1827): “Yo estoy seguro que los hombres me harán la justicia a que me creo merecedor”. 

Córdoba, noviembre 20 de 2007.- 

Mario Meneghini   


[1]  Pigna, Felipe. “San Martín”; Buenos Aires, Editorial Planeta, 2007.

[2]  Terragno, Rodolfo. “Maitland y San Martín”; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998, pág. 15.

[3]  Op. cit., pág. 173.

[4]  Op. cit., pág. 178.

[5]  Pasquali, Patricia. “Acerca del Plan Maitland y su influencia en la estrategia sanmartiniana”; en: Revista Desmemoria, Nº 23/24, julio-diciembre 1999, págs. 43/47.

[6] Soria, Diego Alejandro. “San Martín en el Ejército del Norte, su amistad con Belgrano. El plan estratégico continental”; en: “Gral. San Martín Padre de la Patria, 150 años”; Buenos Aires, Presidencia de la Nación, 2000, pág. 79.

[7]  Pérez Amuchástegui. “Ideología y acción de San Martín”; Buenos Aires, Eudeba, 1966, pág. 23. V. Pasquali, op. cit., pág. 51.

[8]  Pasquali, op. cit., pág. 50.

[9]  Meneghini, Mario. “San Martín no fue masón”; Córdoba, Boletín Acción, Nº 44, marzo 1998 (puede leerse en: http://forosanmartiniano.blogia.com)

[10] Terragno, op. cit.,  pág. 181: Librarian and Curator, United Gran Lodge of England, comunicación personal, 14 de noviembre de 1980.

[11]  Op. cit., pág. 182.

[12]  Episcopado Argentino. “Declaración”; 20-2-1959: “Todo argentino, pero principalmente la juventud, debe saber que Catolicismo y masonería son términos que se contradicen y excluyen absolutamente como el Cristo y el Anticristo”.

Batallas de San Martín en América

  Combate de San Lorenzo 

El Combate de San Lorenzo tuvo lugar el 3 de febrero de 1813.Montevideo estaba sitiado por el ejército de José Rondeau, de modo que los españoles tenían que hacer uso del mar para abastecerse. Frecuentemente una escuadrilla realista salía de Montevideo en dirección al Paraná, y sus hombres merodeaban las costas robando los ganados.

 Una expedición compuesta de once embarcaciones, que había salido de Montevideo con el propósito indicado, fue seguida paralelamente por tierra por el coronel de Granaderos a caballo José de San Martín, al frente de 125 hombres de su Regimiento de Granaderos a Caballo. 

Las fuerzas de San Martín se adelantaron, deteniéndose cerca de la posta de San Lorenzo, situada 26 km al norte del Rosario. En tal lugar existe el convento de San Carlos, en donde encerró San Martín a sus granaderos, de modo que la escuadrilla realista no pudo observarlos. Cuando los españoles desembarcaron, los granaderos sable en mano, los persiguieron obligándolos a huir despavoridos. Algunos se arrojaron al río desde la barranca y perecieron ahogados.

En la persecución rodó el caballo de San Martín, que quedó apretándole una pierna. Un enemigo iba a clavarle la bayoneta, pero en el preciso instante se interpuso el sargento Juan Bautista Cabral, que salvó a San Martín y con él, como bien se ha dicho, la libertad de medio continente. 

Fuentes: Historia Argentina y Americana de Ricardo Levene y Ricardo Levene (hijo) (Diario Clarin en Internet.)  

 Batalla de Chacabuco 

Soldados:

3600 hombres y 9 piezas de artillería (Patriotas) - 2450 hombres y 5 piezas de artillería (España) 

Antecedentes

Luego del cruce de los Andes, y ya en territorio chileno, las fuerzas patriotas del Ejército de los Andes comandadas por José de San Martín se enfrenta a las realistas en la Batalla de Chacabuco el (12 de febrero de 1817) venciendo al ejército comandado por el General Rafael Maroto Yserns.

A partir de esa victoria, los realistas empezaron a replegarse hacia el sur de donde no salieron hasta fines de la guerra y los patriotas se prepararon para desalojarlos definitivamente de Chile con la Batalla de Maipú. 

Batalla

Tras reunirse el 8 de febrero en el Campamento de Curimón las columnas que cruzaron los Andes por "camino de Los Patos" con las que cruzaron por "camino de Uspallata", se resolvió atacar en la madrugada del 12. Con el fin de emplear una táctica de pinzas por el frente y la retaguardia, se dividieron a los hombres disponibles en dos:

La división al mando de Miguel Estanislao Soler debía atacar por el oeste y estaba compuestas por los batallones 1 y 11, las compañías de granaderos y volteadores de los batallones 7 y 8, el escuadrón escolta, el escuadrón 40 de granaderos y 2 piezas de artillería .

La división restante estaría al mando de Bernardo O'Higgins y debía atacar por el este; estaba formada por el resto de los batallones 7 y 8, los tres escuadrones restantes de granaderos y 2 piezas de artillería.

Mientras Soler rodeaba a los realistas O’Higgins avanzaba por la cuesta vieja, en dos columnas, enfrentándose con los adelantados realistas hasta encontrarse frente a frente con el grueso del Ejército realista, por lo que decidió avanzar hacia el cerro Los Halcones y desplegar allí sus fuerzas, al tiempo que despachaba un mensajero para informar de la situación al General San Martín.

Ante la situación adversa y al no recibir respuesta, a las 11:45 ordenó a la Infantería cargar a la bayoneta, apoyada por la caballería del Coronel Zapiola. Los españoles vencidos en esa colina retrocedieron rodeando un paso donde la caballería goda atacó a la chileno-argentina (que venía persiguiendo a los españoles), pero el triunfo de la caballería patriota llegó rápidamente y las fuerzas de O'Higgins se reagruparon en un paso marcado por dos colinas a los costados. 

Desobedeciendo las órdenes de San Martín de no comprometer fuego, O'Higgins ataca dos veces a los realistas sin éxito, la segunda vez las fuerzas comenzaron a dispersarse, pero cuando San Martín llega y encuentra este panorama, ordena a O'Higgins que reagrupe todos los hombres que pueda, y ataca los 3 flancos del frente español situados en colinas. Librada aquella acción, la división de Soler arribó a las 13:30 consolidándose así la aplastante victoria a favor de los patriotas al atacar con los refuerzos la retaguardia española. Luego de 10 horas de batalla, mientras los patriotas tuvieron 12 bajas y 120 heridos, los realistas sufrieron más de 600 bajas, la captura de 500 prisioneros, 1000 fusiles, 5 piezas de artillería, 1 bandera y muchas municiones. 

Consecuencias

La victoria de la batalla de Chacabuco significó un avance en la recuperación de "Chile" de las manos españolas. El periodo de la Reconquista finalizaría en el Norte luego de la batalla de Maipú. 

(Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Chacabuco")  

  Cancha Rayada  

Cancha Rayada (19 de marzo de 1818) fue una batalla de la independencia de Chile en la cual fueron sorprendidas las fuerzas patriotas por las realistas. También denominada Desastre de Cancha Rayada.

 Después de la jura de la independencia el 12 de febrero de 1818 los realistas habían reconcentrado sus fuerzas en el sur de Chile, formando un total de 5 000 hombres. El ejército aliado argentino-chileno conformado por 8.000 hombres seguía a los realistas, situados en la ciudad de Talca.

Al caer la noche del 18 de marzo de 1818, los realistas se guarnecieron en la ciudad y el ejército aliado acampó en dos líneas paralelas dispuesto a pasar la noche. De pronto el general y Libertador argentino José de San Martín fue avisado de que el enemigo salía de la ciudad, y sin tiempo para defenderse, el ejército realista cayó de sorpresa sobre los aliados. La gran confusión y el pánico desorganizo las filas.

Pero el general Juan Gregorio de Las Heras, que conocía la táctica del ejército enemigo -consistía de tomar por sorpresa al enemigo- pudo salvar íntegra la división de 3 000 hombres escapando a menos de unos 200 metros por la retaguardia goda en un acto brillante. Mientras San Martín logra movilizar a sus hombres hacia una posición donde tropas patriotas respondían el fuego.

Una vez realizado la maniobra, las tropas patriotas se retiran con 120 muertos, 300 heridos 2000 dispersos y 21 cañones. Los realistas sufrieron cerca de 200 muertos y heridos. 

(Obtenido de "http://es.wikipedia.org)      

Batalla de Maipú 

Batalla de Maipú fue un combate que tuvo lugar el 5 de abril de 1818, en el valle del Maipo, entre las fuerzas patriotas argentino-chilenas y los realistas, el cual decidió en gran parte la independencia de Chile. Las banderas desplegadas por el ejército aliado eran las celestes y blancas argentinas. Se enfrentaron el ejército realista (de 5.300 hombres y 12 piezas de artillería), bajo las órdenes de Mariano Osorio, contra el ejército patriota (4.900 hombres y 21 piezas de artillería), al mando del general José de San Martín.

El hecho de armas acaeció al sur de Santiago, en los llanos del río Maipo, allí San Martín organizó a su ejercito en una posición elevada esperando el ataque español, el cuál se colocó casi cara a cara en una posición elevada de la misma manera que la posición patriota.  Poco antes del mediodía, el ejército patriota rompió fuego con la artillería de Manuel Blanco Encalada, pero luego de un tiempo San Martín se da cuenta de que los realistas tomaron una posición defensiva y decide iniciar el ataque.

Envía las fuerzas atacando el centro y la derecha de los españoles, mientras que Las Heras comanda ataque por las fuerzas colocadas en otro cerro, allí los patriotas toman un cerro amenzando la izquierda realista. Mientras tanto los ataques patriota no parecían funcionar y la batalla estaba pareja, entonces San Martín decide enviar su escolta personal a la batalla atacando y cargando con todo los flancos y el centro español, muchos creen que esa decisión definió la victoria.  

En el flanco izquierdo Las Heras y sus hombres junto con un grupo de granaderos a caballo ( división creada por San Martín) toman la posición española en el cerro de la izquierda española, cuyos defensores (españoles) se repliegan al centro del otro cerro donde todavía se encarnizaban duros combates. Pero todas las fuerzas de las Heras y otros atacaron la izquierda española mientras con un movimiento oblicuo los patriotas cargan sobre la derecha y el centro godo.  

Mariano Osorio, creyéndolo todo perdido se retiró a cambio de su protección personal. Ordóñez nunca se resignó a perder la batalla, y organizó maniobras con las que solo se desorganizó más debido a lo estrecho del terreno, entonces intenta formar un cuadro pero este es un desastre y se ven obligados a refugiarse en las casas de la hacienda Lo Espejo,"Fuerte", a la cual llega primero las Heras quien decide bombardearlos con artillería, pero llega otro comandante que intenta tomarlo con infanteria, al ser un desastre el ataque se decide tomar la decisión de las Heras, así las 21 piezas de artillería bombardearon incansablemente a los españoles por los cuatro puntos cardinales, hasta que se rindieron. 

 Bernardo O'Higgins, convaleciente de una gran herida (producto de la derrota aliada en Cancha Rayada), se presentó poco antes de terminado el último ataque contra los realistas y entusiasmados por la victoria San Martín y O'Higgins se abrazaron victorios en una escena que dio origen a un cuadro, el histórico abrazo conocido como el abrazo de Maipú, donde Bernardo O'Higgins le dice a San Martín “¡Gloría al salvador de Chile!” y San Martín le responde “General: Chile no olvidará al ilustre inválido que se presenta herido en el campo de batalla”.

Gracias a esta batalla se aseguró la independencía de Chile. Los patriotas tuvieron 1.000 hombres entre muertos y heridos. Los españoles sufrieron más de 2.000 muertos y 2.400 prisioneros. Además se capturaron grandes cantidades de municiones.  

(Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Maip%C3%BA")     

Cruce de los Andes

Cruce de los Andes 

Organización

Entre 1815 y 1816, Mendoza, Argentina se transformó en una especie de fábrica militar y el General nombró como Jefe del Parque de Artillería a Fray Luis Beltrán. Los pobladores cuyanos participaron en la elaboración de pólvora y municiones, aprendieron a fundir cañones, tejer tela y coser ropa. Expertos guías conducirían al ejército a través de las montañas.

A mediados de 1816, San Martín se instala en el campamento de El Plumerillo, ubicado al noroeste de la provincia de Mendoza, donde constituiría su Estado Mayor. La idea de San Martín incluyó un complejo plan para engañar al enemigo, difundiendo el rumor de que cruzaría los Andes por el sur, que era la zona más accesible. El grueso del ejército cruzó los Andes por los difíciles pasos de Uspallata y Los Patos. Debieron atravesar más de 500 km. de cordillera. 

Tropa

El Ejército de los Andes se formó con parte del Ejército del Norte y del Litoral, elementos remanentes del Ejército patriota chileno establecidos en Mendoza tras el desastre de Rancagua, y con un gran número de voluntarios cuyanos, negros esclavos y libertos. En total eran 5423 hombres. 

Transporte

Para el cruce llevaron caballos y mulas. Partieron 1600 caballos de pelea y 10.600 mulas de transporte. Regresaron 800 caballos y 3800 mulas aproximadamente. Fue la primera vez que se usaron herraduras en el ejército argentino. 

Armas

Llevaron 22 cañones, 1129 sables, 5000 fusiles de bayoneta y pistolones que sólo eran llevados por jefes y oficiales.

 Alimentación

La base de la alimentación del ejército era un plato regional llamado valdiviano. Este plato se hacía con carne seca o "charqui" machacado, grasas, rodajas de cebolla cruda, y agua hirviendo. Las columnas que llevaban los víveres iban a retaguardia. Transportaron más de 40 toneladas de charqui, galletas de maíz, vino, aguardiente (para disminuir el frío nocturno), ajo y cebolla (para combatir la inapetencia), soroche (para los que sufrían de apunamiento), ganado en pie, más de 4000 para el paso de Los Andes y el resto de la campaña (para la provisión de carne fresca), quesos y ron. 

Abrigo

Además de los uniformes, llevaron ponchos de San Luis, Argentina, frazadas y mantas de bayeta, una tela de lana de bajo precio; también llamada franela. El frío era tan intenso que los animales también fueron abrigados. Se los cubrió con mantas y no con paja como era habitual en esa época. 

 La salud del general

San Martín padecía de úlceras y durante muchos tramos del cruce y aquejado por sus dolencias, debió ser trasladado en camilla. Durante el regreso a Buenos Aires, luego del primer cruce, estas dolencias hicieron empeorar su salud.

 Bandera

A pedido de San Martín, las damas mendocinas cosieron una bandera, la que fue bordada a mano. Actualmente esta bandera se encuentra en la Casa de Gobierno de la provincia de Mendoza. 

El cruce

El 19 de enero de 1817 se inició el cruce de la Cordillera de los Andes. El Ejército de los Andes, formado en El Plumerillo (a 7 kilómetros de Mendoza), abandonó el campamento e inició el cruce de los Andes por los pasos de Los Patos y Uspallata. Estas vías abruptas aseguraban el factor sorpresa. El cruce duró 21 días. 5400 hombres guiados por baquianos atravesaron alturas superiores a los 4000 metros, llevando caballos y mulas.

El plan de campaña era dividir las tropas en dos columnas (principal y secundaria) y cuatro destacamentos. 

Principal: Estaba al mando de San Martín, Miguel Estanislao Soler y Bernardo O'Higgins. Avanzó por el paso de Los Patos. 

Secundaria: Estaba al mando de Juan Gregorio de Las Heras, que avanzó por la ruta de Uspallata. Las fuerzas principales llegaron al otro lado entre el 6 y el 8 de febrero.  

Las cifras del cruce

5423 hombres 28 km promedio de avance por día 800 km de frente de teatro de operaciones 3000 metros fue la altura media 40º C de diferencia térmicas entre el día (30º C) y la noche (-10º C) 

 (Obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/Cruce_de_los_Andes)

Comparación de dos hazañas

 En un trabajo publicado en la revista “Todo es Historia”, Nº 16 del mes de agosto de 1968, titulado “El paso de los Andes”, el historiador Guillermo Furlong S.J. detalló la epopeya andina que realizó el Padre de la Patria.Dice Furlong: “El general Leopoldo R. Ornstein que con tanto saber histórico y militar se ha ocupado del paso de los Andes, ha escrito que algunos tratadistas han establecido un parangón entre el paso de los Andes, con el de los Alpes por Aníbal, primeramente, y por Napoleón después. La similitud es muy relativa, por cuanto difieren en forma muy pronunciada las dimensiones y características geográficas del teatro de operaciones, como también los medios y recursos, con que fueron superadas en cada caso ambas cadenas orográficas. Esas diferencias son, precisamente, las que presentan la hazaña de San Martín como algo único en su género”.

En efecto: Aníbal cruzó los Alpes por caminos que, ya en esa época, eran muy transitados, por ser vías obligadas de intercambio comercial y aunque no pueda afirmarse que su transitabilidad fuese fácil, tampoco debe considerarse que pudiera representar grandes dificultades, puesto que el general cartaginés pudo llevar consigo elefantes, carros de combate y largas columnas de abastecimiento.San Martín atravesó los Andes por empinadas y tortuosas huellas, por senderos de cornisa, que sólo permitían la marcha en fila india, imposibilitado materialmente de llevar vehículos y debiendo conducir a lomo de mula su artillería, municiones y víveres, aparte de haber tenido que recurrir a rústicos cabrestantes e improvisados trineos para salvar las más abruptas pendientes con sus cañones. ¿Habría podido Aníbal fraquear las cinco cordilleras de la ruta de los Patos, escalando con elefantes y vehículos los 5.000 metros del paso Espinacito? Terminemos estas líneas -sigue diciendo Furlong- recordando cómo Vicente Fidel López nos dice que “los escritores alemanes de la escuela de Federico, en una época (1852) en que buscaban ejemplos y lecciones para su ejército, consideraron digno de ser estudiado el paso de los Andes, como un modelo, deduciendo de él enseñanzas nuevas para la guerra”.

En su artículo, Furlong realizó un gráfico comparando dos hazañas: El cruce de los Alpes por Napoleón y el cruce de los Andes por San Martín: 

NAPOLEÓN, conduce el grueso de su ejército por el Gran San Bernardo, salvándolo a 2.500 metros de altura, con todos sus vehículos y artillería, incluso la pesada. 

SAN MARTÍN, conduce el grueso de su ejército por la ruta de los Patos y traspone 5 cordilleras, de las cuales la más elevada es franqueada por el Espinacito, a 5.000 metros de altura, sin poder llevar ningún rodado. 

NAPOLEÓN, acompaña el avance principal con cuatro destacamentos secundarios: Destacamento Thurreau, por el Monte Cenis (3.600 metros). Destacamento Chabrán, por el Pequeño San Bernardo (2.200 metros). Destacamento Moncey, por el San Gotardo (2.100 metros). 

SAN MARTÍN, acompaña el avance principal con una división menor y cuatro destacamentos secundarios: División Las Heras, por los pasos Iglesia (3.400 mts.) y Bermejo (3.300 mts.). Destacamento Zelada, por el paso Come-Caballos (4.100 mts.).Destacamento Cabot, por el paso de Guana (4.200 mts.). Destacamento Lemos, por el paso Portillo y paso Pluquenes (4.500 mts.)Destacamento Freire, por el paso Planchón (3.800 mts.). 

Amplitud del frente de operaciones 

NAPOLEÓN: 160 kms.;

SAN MARTÍN: 800 kms.

El ancho de la zona montañosa cruzada por NAPOLEÓN fue de 100 kms., mientras que la cruzada por SAN MARTÍN, fue de 350 kms. 

Alturas máximas franqueadas 

NAPOLÉON: con el grueso, 2,500 mts., con destacamentos, 3.600 mts.

SAN MARTÍN: con el grueso, 5.000 mts., con destacamentos, 4.500 mts. 

Recorridos máximos y mínimos 

NAPOLEÓN: 280 y 135 kms., respectivamente.

SAN MARTÍN: 750 y 380 kms. respectivamente. 

NAPOLEÓN pudo contar con recursos: en la zona alpina existían varios centros poblados y valles con producciones diversas.

SAN MARTÍN no pudo contar con recursos: en la zona andina era total la ausencia de poblaciones. Los valles eran áridos sin productos de ninguna clase. 

[Tomado de: El Restaurador, nº 4, septiembre 2007, pág. 16]